jueves, 30 de marzo de 2017

Una novela. " En la orilla ", de Rafael Chirbes.






En la orilla


El hallazgo de un cadáver en el pantano de Olba pone en marcha la narración. Su protagonista, Esteban, se ha visto obligado a cerrar la carpintería de la que era dueño, dejando en el paro a los que trabajaban para él. Mientras se encarga de cuidar a su padre, enfermo en fase terminal, Esteban indaga en los motivos de una ruina que asume en su doble papel de víctima y de verdugo, y entre cuyos escombros encontramos los valores que han regido una sociedad, un mundo  y un tiempo. La novela nos obliga a mirar hacia ese espacio fangoso que siempre estuvo ahí, aunque durante años nadie parecía estar dispuesto a asumirlo, a la vez lugar de uso y abismo donde se han ocultado delitos y se han lavado conciencias privadas y públicas. Heredero de la mejor tradición del realismo, el estilo de En la orilla se sostiene por un lenguaje directo y un tono obsesivo que atrapa al lector desde la primera línea volviéndolo cómplice.
«La cara oculta, el patio trasero y sórdido de Crematorio, que siempre estuvo ahí pero al que nadie miraba. Desde allí, desde las aguas podridas del pantano ha escrito Rafael Chirbes En la orilla… Una historia llena de vidas derrotadas, de sueños rotos, de la mejor literatura… La novela es de una densidad literaria y una carga simbólica apabullantes. Retumban las voces desde el estercolero, y en ese patio trasero que teníamos olvidado todo son sueños rotos. … El que mejor definió a Rafael Chirbes fue Vázquez Montalbán, con el que tenía tantas afinidades. “Chirbes, una isla que se esfuerza por serlo”, escribió. Ciertamente Chirbes es un solitario, ajeno a modas y generaciones» (Blanca Berasátegui, El Cultural, El Mundo).
«La gran novela de la crisis. La corrosiva voz de Rafael Chirbes retrata en su obra En la orilla un universo de paro y desilusión… En el fondo, una es la cara B de la otra. Si Crematorio era el pelotazo y la burbuja inmobiliaria pilotados por un arquitecto valenciano que cambió ideales políticos por corrupción política, En la orilla es el largo y resacoso invierno que sigue a aquella fiesta. Y que todavía dura… Reich-Ranicki proclamó en su programa de televisión que La larga marcha, su quinta novela, era “el libro que necesitaba Europa”» (Javier Rodríguez Marcos, El País).
«Sirviéndose de la primera y la tercera persona, el estilo indirecto libre y el monólogo, además de diversas voces que van tomando la palabra, nos ofrece un fresco variado y completo: un microcosmos representativo del conjunto del país… El lector avezado que es Chirbes reutiliza con sagacidad nuestra tradición literaria, haciéndola suya, sobre todo el motivo calderoniano de la existencia como representación teatral; y en el logrado desenlace, el tema del ubi sunt, remedando las coplas de Jorge Manrique. La obra, por lo que se refiere al tratamiento del cuerpo, a su envejecimiento y podredumbre, se nutre también de la pintura de Francis Bacon y Lucien Freud, como en su anterior obra… De cómo el mundo aparece gobernado por los pecados capitales: la avaricia, la ira, la lujuria y la gula sobre todo. Por ello, podría emparentarse la narración con la pintura de El Bosco o con algunas obras de Brecht y Kurt Weill…Una gran novela que no deberían dejar de leer quienes quieran entender mejor el terrorífico arranque del siglo XXI, un tiempo sin dioses, plagado de trepas y seres corruptos, en el que el capitalismo financiero, con la complicidad de los Gobiernos conservadores y la pasividad de los socialdemócratas, ha ido acabando con el Estado de bienestar» (Fernando Valls, El País).
«Hay libros que se leen como purgas, como latigazos que le conmueven a uno hasta lo más hondo y este es uno de ellos… Chirbes, como tantos grandes novelistas desde Balzac a Faulkner, viene escribiendo el mismo libro –o la misma “comedia humana”– desde hace muchos libros, y en En la orilla volvemos a encontrarnos con todos sus temas: desde las ilusiones (colectivas) perdidas a los engaños (individuales) aceptados, desde los meteóricos ascensos a las más fulminantes derrotas y abandonos, desde los mecanismos nada sutiles de la explotación a la angustia universal de la irreversibilidad del tiempo… Para mi gusto, la mejor novela española acerca de la crisis y, en todo caso, una de las cuatro o cinco más importantes del último lustro» (Manuel Rodríguez Rivero, El País).
«Ahondando en el carácter depredador de la condición humana, el valor resolutivo del dinero o la decrepitud de la vejez, esta novela, de lectura torrencial e imprescindible, nos sumerge en un derrumbe social de imprevisibles consecuencias morales. Con un inmejorable desarrollo psicológico de los personajes, esa desazonante intriga anclada en la oscura posguerra y una muy lograda atmósfera asfixiante, estas páginas impresionan en la honesta dignidad de una crítica social planteada sin prejuicios ni maniqueísmos. Pero ésta no es sólo una novela sobre la crisis, porque aborda también algunos lacerantes aspectos de nuestra desorientada época, como la explotadora globalidad comercial o una tiránica telefonía móvil, síntomas aquí de una moderna, árida, deshumanización del presente. Llevando hasta el límite el mejor realismo crítico, Chirbes acierta plenamente con esta impresionante historia de fracasos y rencores» (Jesús Ferrer, La Razón). «Chirbes muestra su pesimismo más radical haciendo emerger del fango una sociedad que es a la vez víctima e inductora de la crisis moral… En estas páginas el documento ha sido sustituido por una indagación de la naturaleza humanaEn esta poderosísima novela Chirbes llega a la más alta expresión del realismo» (J.A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia).
«Si con Crematorio se metió en el tuétano del pelotazo inmobiliario, aborda ahora la metástasis de aquel cáncer, su turbadora resaca tras la explosión de una burbuja de ladrillos y millones. Unos fuegos de artificio que solo dejaron desolación. Recorre el paisaje después de la batalla para contar cómo el bosque de grúas de su anterior novela –Premio de la Crítica– se transforma en un cementerio de esqueletos de hormigón, esperanzas y dignidades quebradas» (Miguel Lorenci, Sur).
«No se toma la palabra para ejercer una catarsis, sino para sacar la desolación a la plaza pública y que esa desolación sea un acto. Chirbes se inscribe en la olvidada estética de los Max Aub del mundo y comparte, de algún modo, el marxismo, poético y cruel, de los que vivieron la guerra en primera persona: generación de la derrota y la bilis, pero también de esa lucidez del aguafiestas que tanto incomoda a los de las burbujas y la pechuga envuelta en papel film… La lucidez del aguafiestas se clava como astilla en la córnea del lector que busque amabilidades en la literatura. Esta lectura no es amable, sino imprescindible» (Marta Sanz, El Mercurio).
«Las cosas que verdaderamente más me ilusionan a mí, en las que deposito mis esperanzas y la seguridad de que mi tiempo se sentirá colmado durante los próximos días, es el venturoso anuncio de que ese demoledor, bronco y extraordinario escritor español llamado Rafael Chirbes publica nueva novela titulada En la orilla, que tras excesivos años de silencio David Bowie saca el anhelado disco The next day, […] Las 50 páginas que he leído de la novela me parecen extraordinariasUn escritor impresionante. Crematorio es la novela española que más me ha conmovido en muchos años» (Carlos Boyero, El País).
«Las voces de los personajes levantan una radiografía del fracaso. Nos cuentan por qué han acabado sus ilusiones rotas. Nos dicen lo que está pasando hoy en la calle. En la orilla es la anatomía de la crisis. Refleja con maestría un mundo de derrotados que viven en una sociedad triste, movidos por las pulsiones del poder, el sexo y el dinero» (J.L. Martín Nogales, Diario de Navarra).
«La literatura, como decía Adorno, es un reloj que adelanta. Pero también la mejor herramienta para comprender el mundo cuando la realidad se hace trizas. Ambas reglas se cumplen a rajatabla con los grandes autores. Y Rafael Chirbes lo es… Más de un lustro después de Crematorio, Chirbes regresa con la secuela de aquella memorable novela: En la orilla» (Matías Néspolo, El Mundo).
«Rafael Chirbes, ha tardado décadas en abandonar su estatus de escritor secreto hasta llegar a estaconsideración general de maestro que se ha ganado a golpe de rigor literario. No porque lo que hiciera antes no fuera excelente, sino porque se ha mantenido empecinadamente al margen de modas y capillitas» (Elena Hevia, El Periódico).
«ApabullanteEl arte de Chirbes para representar la realidad en sus aspectos más turbios y pantanosos es admirableLibros como este explican el sentido que aún hoy tiene escribir literatura» (Domingo Ródenas, El Periódico).
«Una de las mejores prosas que hay hoy en castellano, tanto por la fuerza rítmica como por la brillantez de las evocaciones. Rafael Chirbes es ya definitivamente el cronista moral de la realidad española reciente, con un realismo que ciertamente es muy fiel a las situaciones cotidianas y con momentos de álgida inspiración» (J. M. Pozuelo Yvancos, ABC).
«Después de la magistral Crematorio, Rafael Chirbes publica En la orilla, para describir y descifrar una geografía desoladora. Nadie como Chirbes, tal vez Manuel Longares, escribe en relieve la realidad más cercana; nadie logra atrapar al lector y dejarlo sin aliento ante la emoción, la tensión, el desgarro, la denuncia. Con un estilo poderoso, cifrado, torrencial, las historias que cada una de las voces narra o confiesa forman una enciclopedia de la desolación… Literatura en estado puro, sentido de las palabras y relato de cosas que suceden, no el limbo, sinoaquí mismo, hacen de esta novela la historia íntima y brutal de las naciones. Mil veces soberbia» (Fernando R. Lafuente, ABC).
«De su mano maestra En la orilla nos proporciona una visión crítica, pesimista, muy corrosiva, pero también lúcida, de la condición humana, de los perversos mecanismos que rigen el funcionamiento de la sociedad, del hombre enfrentado al triunfo y al fracaso. Y esa visión inmisericorde de la familia, retratada con dureza como un microcosmos social donde los engaños, el poder destructor del dinero, la codicia o la envidia degradan a sus integrantes… En la orilla es una gran novela que retrata de manera descarnada lo que está siendo el arranque de este brutal siglo XXI, un tiempo plagado de trepas y seres corruptos, en el que el capitalismo financiero, con la complicidad de los gobiernos conservadores y la pasividad de los socialdemócratas, ha ido acabando con el llamado estado del bienestar, esa gran fiesta a la que nos dijeron que estábamos todos invitados y de la que ahora nos expulsan a patadas» (Javier García Recio, La Opinión de Málaga).
«Sí hay un realismo duro, en efecto, en las páginas de este libro, pero también una renovación contemporánea de éste. Hay una verdadera estética del deterioro e incluso un manierismo en su descripción y una metaforización de la podredumbre moral como un trasunto de la podredumbre física que se inaugura en la primera línea de la primera página: «El primero en ver la carroña es Ahmed Ouallahi»… Y hay la sabiduría del escritor en el arte de narrar, de pasar de la tradicional y convencional tercera persona omnisciente a la primera o de ambas a los diálogos» (Iñaki Ezquerra, El Correo Español).
«Todos los que piensen que en el realismo social no hay estética literaria que valga tendrían que leer a Chirbes para convencerse de lo contrario. En la orilla es un monumental fresco barroco de la España actual, concebido con deslumbrante rigor sintáctico. Cómo él mismo ha señalado, de la novela parten terminales en todas las direcciones. Con sonido coral de fondo, el orfeón va dando paso a diferentes solistas que cuentan la historia desde distintos ángulos. Por el relato desfilan el dinero –ésta es una novela sobre el vil metal–, la corrupción, el terrorismo, la inmigración, el desarraigo, la prostitución, el fracaso existencial, la ambición sin límites y un pantano que lo preside todo y que sobrevuela la historia como un símbolo del fango y de la podredumbre que han envuelto los últimos años del país… En la orilla es una novela densa que encierra tensión en cada párrafo. Las palabras, afiladas como cuchillos, se agolpan a veces de modo obsesivo en largos monólogos. Otras veces son las narraciones en primera y tercera persona las que se ocupan del relato, que va desvelando los fantasmas de una existencia gris, las decepciones y el derrumbe familiar» (Luis M. Alonso, La Nueva España).
«Abrimos... y parece que entre un torbellino por la ventana. Una prosa potente, aromática, penetrante. Una escritura que te arrastra, cascada de ideas transformadas en imagen que te acaricia con sus sutiles matices, languidece y de pronto se encabrita, se estremece y se enoja, y entonces el lenguaje se vuelve crudo y despiadado... Es lo primero que choca al leer En la orilla: la frase de Rafael Chirbes carga con todo, con las pepitas y el barro, la poesía y la política, el hedor y los perfumes sutiles, la historia, la memoria, la amistad, el dinero, la vejez, las traiciones. Y, en todo momento, el humor y el amor a la vida. En Chirbes, las páginas ríen por un ojo y lloran por el otro. Aplaudimos. Saboreamos. Nos sorprendemos. ¿Cómo es posible que el enorme talento de este español -que ha publicado siete novelas en la editorial Rivages desde 1998- no sea más (re)conocido en Francia? Visto desde Madrid, hay un hecho evidente: Rafael Chirbes es uno de los mejores escritores españoles, uno de los grandes autores europeos de nuestro tiempo» (Florence Noiville, Le Monde des Livres).
«Es la novela, terrible, de una sociedad minada que se hunde en la crisis económica, en las marismas de la memoria histórica, en los pliegues de la conciencia. Un libro poderoso y cruel (…) Con su estilo a veces fulminante, nos demuestra que del fondo de los pantanos pútridos puede surgir una nueva vitalidad» (David Fontaine, Le Canard enchaîné). 

miércoles, 29 de marzo de 2017

Hacer la comunión, o la marca de la oveja. Una reflexión.










Hoy, chateando con una colega me ha dicho que llevaba a su hijo a catequesis.

Inmediatamente me ha venido a la cabeza la imagen de una oveja a la que están marcando.

La pertenencia al rebaño de dios por decreto, sin dejar al niño escoger en su edad adulta sobre la necesidad o no, de recibir la comunión.

Y es que en la edad adulta seguimos siendo ovejas, porque nos educan para serlo.

A mi me gustan más las cabras, que tiran pal monte y van a su rollo.

Sin embargo, te llaman cabrito y suena peyorativo.

Cuan engañoso es el uso del lenguaje, no os parece ?

Os lo dice un cabrito convencido.




Guardia Anti Plagio. Una reflexión.











Se ha creado un grupo en facebook que se llama guardia Anti Plagio, que consiste en poner sobre aviso al autor de un post que ha sido plagiado sin contemplaciones, ni citando el nombre, ni la fuente de dicho texto.

En mi pretensión de acercar la Astrología clásica a la gente a la cual interesan estos temas, he copiado  textos de otros autores , pero siempre citando la fuente y el autor.

También he compartido libros que se podían descargar libremente, compartiendo enlaces que he encontrado en la red.

A partir de ahora me limitaré solo a escribir textos propios y a compartir reseñas de libros que me parezcan interesantes, con lo cual la actividad del blog se verá reducida.

La iniciativa Anti Plagio me parece destacable y en consecuencia, y  para evitar susceptibilidades, a partir de ahora voy a obrar de ese modo.

Ya he divulgado mucha información ajena y he acercado temas y autores que me han interesado.

Toca hacer un cambio de rumbo.

Guardia Anti-Plagio



martes, 28 de marzo de 2017

Un libro. " La desfachatez intelectual ". De Ignacio Sánchez - Cuenca.





'La desfachatez intelectual', de Ignacio Sánchez-Cuenca


Tres frases sirven para hacernos una idea. Primera: “Esperanza Aguirre es la Juana de Arco del liberalismo” (a pesar de la trama Gürtel, Fundescam y el tamayazo). Lo dice Vargas Llosa y punto. Segunda: “José Luis Rodriguez Zapatero es el peor gobernante de España desde Fernando VII” (por lo visto, mucho más dañino que Francisco Franco y Miguel Primo de Rivera). Lo dice Félix de Azúa y punto. “Sin Juan Carlos I no habría democracia en España” (qué importa la aportacióna de los sindicatos, el movimiento estudiantil o el Partido Comunista, además de que en nuestro entorno europeo todo sean democracias). Lo dice Javier Cercas y punto. El debate público en España funciona a base de sentencias lapidarias, sin verificar, que distintos ‘figurones’ sueltan desde sus poltronas mediáticas. Del público se espera que comulgue con ruedas de molino, basadas en el prestigio de quien enuncia la frase, más que en argumentos bien construidos, que se apoyen con datos verificables.
'La desfachatez intelectual', de Ignacio Sánchez-Cuenca
Esto es lo que denuncia, de manera sólida y minuciosa, el nuevo libro del profesor de Ciencias Políticas Ignacio Sánchez-Cuenca (Valencia, 1966). Su último libro, ‘La desfachatez intelectual’ (Libros de La Catarata), es un sonoro ‘zasca’ a los columnistas de mayor prestigio de nuestra esfera pública. Les acusa de “machismo discursivo”, “cultura de amiguetes” y “provincianismo intelectual”. Estamos ante uno de los títulos más polémicos y necesarios del año. En el capítulo final, Sánchez-Cuenca explica que el panorama comienza a mejorar con un ecosistema mediático más abierto y riguroso. Nos acercamos a su despacho para charlar con el autor.
Pregunta. ¿Cuál fue su motivación para escribir ‘La desfachatez intelectual’?
Respuesta. Sé que el texto puede despertar cierta irritación entre los aludidos. Quería señalar la impunidad que domina el debate público en España. Con esto me refiero a que si uno dice un disparate, una tontería o una ridiculez, no espera ser replicado, sobre todo si es uno de los grandes intelectuales del país. Son lo que yo llamo, de forma un poco cruel, los figurones del mundo intelectual.
P. La forma habitual de contestar a libros como el suyo es el silencio.
R. No tengo ninguna expectativa de respuesta por su parte. Pero sí espero que el libro contribuya a fomentar cierto debate sobre cómo mejorar nuestra esfera pública.
P. Señala el precio de cuestionar a los figurones: si alguien critica con dureza a Fernando Savater, se reducen drásticamente las posibilidades de colarse en El País, de publicar en la revista 'Claves de la razón práctica '(que él dirige) o de ganar el Premio Anagrama de ensayo (donde es jurado habitual). 
R. Mi ventaja es que no estoy en ese mundillo, ni quiero estar. Me dedico a dar mis clases y publicar en revistas académicas. No aspiro a premios ni a tener una relación privilegiada con ellos. Yo puedo permitirme el lujo, pero quien dependa de su creación ensayística y literaria tiene que pensárselo dos veces a la hora de criticarlos, ya que sus tentáculos son muy largos. No digo que ellos ejerzan un poder coactivo, pero si uno critica con dureza a uno de ellos sus posibilidades de medrar van a ser menores.
Fernando Savater y Andrés Herzog en un acto de UPyD Foto: Efe/J.P. Gandul
Fernando Savater y Andrés Herzog en un acto de UPyD Foto: Efe/J.P. Gandul
P. Aparte de los figurones destacados, ¿diría que existe una tradición de intelectuales invisibilizados? Pienso en Manuel Sacristán, Jesús Ibañez y Francisco Fernández Buey, entre otros.
R. Es una pregunta difícil. Hay intelectuales que no gozan del reconocimiento que merecen y otros disfrutan más del que les corresponde. Lo que no tengo claro es que sea un fenómeno estructural. Los tres autores que mencionas tenían tesis políticas marxistas o muy radicales. Eso ya complica mucho que lleguen al gran público. Es cierto que alguien con planteamientos marxistas no tendría tanto problemas en Francia o Reino Unido. Lo que sucede aquí es que muchos de los intelectuales famosos fueron muy radicales en su juventud, pero terminaron abandonando la izquierda. Sienten un rechazo grande hacia quienes no han seguido su trayectoria. Eso podría explicar la marginación por parte de los Juaristi, los Savater, los Vargas Llosa, etcétera.
P. ¿Por qué estuvieron tan ciegos los intelectuales de éxito durante la crisis económica?
R. Mi tesis es que se obsesionaron con el nacionalismo. No atendían a muchas más cosas. Eso fomentó el aislamiento en el que vivían. Se separaron demasiado de la sociedad. Fueron poco sensibles y muy condescendientes con todo lo que podemos llamar nueva política, me refiero al entorno del 15M. En el fondo, les recuerda un poco a sus años mozos, donde algunos fueron anarquistas, otros marxistas-leninistas y alguno hasta militó en las filas de ETA.
P: Vargas Llosa es la firma donde se aprecia mayor distancia entre su enorme talento literario y el estilo ramplón de sus columnas. 
R. Como hombre de letras, es el que más lejos ha llegado. Merece todos los premios Nobel que le quieran dar. Es una figura central en la literatura del siglo XX. El problema es que sus razonamientos políticos son totalmente esquemáticos, previsibles y simplistas. Nos choca mucho porque no quedan tantos intelectuales que razonen con el nivel de desfachatez que él maneja, pero en el pasado hubo muchos como él en la izquierda, que manejaban planteamientos de manual soviético de materialismo histórico. Ahora no nos acordamos de ellos. Pero Vargas Llosa seguramente razona en sus columnas con el mismo simplismo que manejaba cuando era de izquierda en los años sesenta. Hay un abismo entre su obra literaria y su aportación periodística. No tengo una explicación de cómo se puede ser tan brillante en 'Conversación en la catedral', una obra maestra, y tan mostrenco en el debate público. Divide el mundo en liberales y antiliberales, nacionalistas y antinacionalistas, como si no existieran matices.  Su apología de Esperanza Aguirre llega al extremo de defender la tesis de que si ella hubiera gobernado España, la crisis hubiera sido mucho menos profunda.
Vargas Llosa es una figura central en la literatura del siglo XX. El problema es que sus razonamientos políticos son totalmente esquemáticos
P: ¿Son más responsables los figurones o los directivos que les dieron espacio en los medios?
R: Hay una responsabilidad compartida, pero la principal es la de quien pone su firma en la opinión. Somos muy críticos con el sectarismo de los partidos políticos, con la manera tan brutal en que defienden a los suyos y descalifican a los contrarios, pero en el mundo del debate público pasa algo similar. Se establecen lazos muy fuertes entre periódicos y escuderías literarias del mismo grupo mediático. Les dejan decir lo que sea. Deberían prescindir de los artículos de sus autores si la calidad es mucho menor que las de sus novelas. Una vez entras en el grupo, de ahí no te saca nadie. Se establecen lazos que no son sanos.
P. Cita a César Molinas y cómo da las gracias en un libro a Javier Moreno (ex director de El País) por dejarle decir lo que le da la gana. 
R. Molinas es un economista excelente, matemático de formación, con una inteligencia formidable, pero cuando opina de política dice cosas que no tienen base ninguna. ¿Por qué El País le da tanta cancha? Habrá que preguntarles a ellos, porque han publicado análisis de Molinas en portada que no sobreviven el más mínimo escrutinio crítico. En mi libro, se desmontan con datos.
P. Me ha llamado la atención el caso de Javier Cercas. En un dossier de homenaje al rey, suelta una frase rotunda, que dice que “Sin Juan Carlos I no habría democracia en España”. Eso no encaja muy bien con su libro ‘Anatomía de un instante’, donde acusa al rey de cierta complicidad, desidia o ambigüedad con el ambiente golpista previo al 23-F. 
R. Disfruto mucho de las novelas de Cercas, pero como columnista se ha vuelto muy sentencioso. Formula grandes frases, que luego no fundamenta. Creo que lo que expone 'Anatomía de un instante' es que el rey no supo cortar el ambiente malsano de las tramas golpistas de la época contra Suárez. Cercas no se ha atrevido a dar el paso de decir que hubo complicidad entre el rey, Armada y los golpistas. Quien sostiene esa tesis es Pilar Urbano. Lo que no entiendo es que se permita el exceso de decir que sin el rey no habría democracia en España. A mí esa frase me parece un absurdo, se mire como se mire. El rey tuvo un papel importante en la forma en que llegó la democracia, pero hoy España sería un país democrático hubiéramos tenido rey o no. Sencillamente, se daban los condiciones sociales y económicas para que la hubiera, como sabe cualquiera que haya estudiado un poco de política comparada. Pero sí, en 'Anatomía de un instante' era más crítico con la figura del rey que en el homenaje colectivo que hizo El País al monarca el día de su abdicación.
Javier Cercas en Santander. EFE/Esteban Cobo
Javier Cercas en Santander. EFE/Esteban Cobo
P. Su libro transmite la sensación de que El País es un diario que se ha ido degradando con los años.
R: Soy lector suyo de toda la vida. Empecé con poco más de diez años. Hoy lo sigo porque es el diario de referencia en España. A mí siempre me han tratado con extrema generosidad: dejé de colaborar con ellos por voluntad propia y solo tengo agradecimiento con ellos. Lo que sucede es que, desde que estalló la crisis, se produjo un divorcio entre el periódico y sus lectores, que ha sido muy dañino para la marca. Se alejaron demasiado de la España real. Como lector y excolaborador, no me gusta la marcha que ha cogido. Ha traicionado muchos de sus valores fundacionales. Tengo una visión crítica, no han sabido reconocer los problemas nuevos que estaban surgiendo. No han dado la importancia necesaria a los desahucios, ni a la creciente desigualdad, ni a la crisis social en general. Me sorprendió en 2010 la reacción de entusiasmo de El País cuando las instituciones europeas obligan a España a imponer el ajuste fiscal. Su discurso fue “por fin se ha acabado el populismo del PSOE”. Estaban hablando de populismo ya en 2010, años antes de que surgiera Podemos. El País se puso a celebrarlo, en plan “por fin va a haber políticas de Estado”; pues mira dónde nos han llevado esa políticas. Se ha vuelto un diario autocomplaciente..
P. ¿Usted es capaz de distinguir El País de El Mundo y ABC?
R: Se ha producido un fenómeno curioso: la división ahora está entre periódicos de papel (que se parecen cada vez más entre sí) y diarios digitales (que están más atentos a las preocupaciones que dominan la sociedad civil). Esto al margen de que la línea editorial tire a izquierda o a derecha. Los de papel parecen caminar a rastras. Las nuevas tendencias se generan en mayor medida en los medios digitales. Ahora tenemos un ecosistema mediático mucho más plural, cito medios como CTXT, Infolibre, el blog Piedras de papel o plataformas como Agenda Pública o Politikon. Le pongo un ejemplo: todos los figurones tienen opiniones muy rotundas sobre la educación. La mayoría cree que se ha dejado de leer, que nadie escribe como antes, que todo es un desastre. Los expertos matizan mucho esas percepciones. En cualquier caso, yo no quiero que desaparezcan las visiones generalistas, dando paso a especialistas con anteojeras, sino que se establezca un diálogo entre firma de visión amplia y quienes llevan muchos años estudiando un asunto concreto y se quedan pasmados por la alegría con que otros sueltan diagnósticos. Ese cruce me parece enriquecedor. Al abrir el terreno de juego, se ha cuestionado mucho más el papel de los figurones. Se ha demostrado que sus opiniones no tienen tanto valor como se creía.
La división ahora está entre periódicos de papel (que se parecen cada vez más) y diarios digitales (más atentos a las preocupaciones de la sociedad)
P. Recuerda una expresión de Jordi Gracia, que habla del “síndrome del Narciso herido”. Como si los figurones pensasen que lo peor de la situación del país fuera que los demás no estamos a la altura de su sensibilidad política y estética.
R. Recomiendo a los lectores ‘El intelectual melancólico’, el panfleto de Jordi Gracia, porque es muy certero y divertido. Hace pensar mucho. Esta es una actitud que caracterizo como una aproximación moral a la política: los intelectuales a los que me refiero piensan que la política realmente existente nunca está a su altura. La actualidad les produce irritación o melancolía, pero no les estimula a buscar soluciones. Esta aproximación estética se remonta a la Generación del 98. Lo que produce son unos vaivenes muy fuertes: de repente, estos intelectuales se entusiasman con una novedad, por ejemplo la aparición de UPyD, que llegan a ver como la solución a todos los males del país. Luego, de repente, les entra la decepción y van a otra ideología. La mayoría han pasado por el marxismo, por la socialdemocracia, por el liberalismo, por el conservadurismo y han completado el espectro hasta el narcisismo. Me parece una aproximación esteril al debate público.
P. Hay un sector que no trata en el libro y que me gustaría que comentara. Me refiero al ala dura de los columnistas, por ejemplo Alfonso Ussía, Jiménez Losantos y Salvador Sostres, que tienen un registro mucho más bestia o kamikaze. ¿Cree que su función es llevar el discurso tan a la derecha que cualquiera a su lado parezca sutil y razonable?
R. En el texto no he querido descender a los infiernos de estas firmas más gamberras o maleducadas, no sé bien cómo calificarlas. Algo que me llamó la atención es que intelectuales con una capacidad estética y moral muy desarrollada sean capaces de juntase con tipos como Hermann Tertsch y Jiménez Losantos en el manifiesto de los Libres e iguales. Esto me dejó muy confundido. En cierta medida, al firmar con ellos, Savater, Trapiello, Juaristi y los otros están legitimando el discurso de Tertsch y Losantos. Hablamos de gente que ha mantenido durante años la teoría de la conspiración del 11-M, defendiendo que fue ETA. Me parece incomprensible que se mezclen.
Luis Garicano. Foto: EFE/Emilio Naranjo
Luis Garicano. Foto: EFE/Emilio Naranjo
P. Termino con asunto candente: desmontas bastantes argumentos de Luis Garicano, que ha pasado de ser una firma influyente a ejercer de gurú en las políticas del pacto entre el PSOE y Ciudadanos. Ahora sus opiniones están en el centro del debate político y sus errores los podemos pagar todos. ¿Tendríamos que estar preocupados?
R. Garicano es un gran economista, con un trayectoria brillante, pero cuando opina de política le pasa lo mismo que a muchos de sus colegas. Sencillamente: no han leído lo suficiente para construir los argumentos que maneja. Con Garicano estoy de acuerdo en muchos cosas, por ejemplo su visión de la educación en España, pero cuando se mete de lleno en política no se impone los mismos niveles de exigencia que al hablar de economía. En su libro ‘El dilema de España’ es tremendamente simplista, llega a decir que tenemos que escoger entre Venezuela y Dinamarca. No creo que este sea un dilema real: ni vamos a llegar a los niveles abismales de Venezuela, que es casi un Estado fallido, ni vamos a alcanzar la altura de Dinamarca. Durante las próximas décadas, seremos un país europeo normal de la periferia. Si gana Podemos, esto tampoco va a parecerse a Venezuela, ni se va a descomponer el sistema social y económico. Es de un simplismo tremendo.
P. ¿Más ejemplos?
R. También considero muy pobres los ejemplos que pone para ilustrar sus reformas, cosas como el carné por puntos o la Ley Antitabaco. Esos son ámbitos donde resulta sencillo cambiar las cosas porque no hay ganadores y perdedores. Cuando hay más en juego, como el mercado de trabajo, en el mercado educativo o la caja de las pensiones, los conflictos se complican mucho. Muchos problemas no se pueden cambiar a golpe de BOE, sino que necesitas negociar con los agentes sociales. En esas situaciones, es crucial conseguir un consenso para que la sociedad no disuelva tus decisiones. Los liberales del estilo de Garicano jamás piensan en las consecuencias sociales de sus reformas. Si las cosas les salen mal, se llevan las manos a la cabeza y dicen “Cómo puede ser la sociedad tan irresponsable”. Y no es cuestión de eso, sino de que sus cálculos estuvieron mal hechos desde el principio. Una reforma solo es sostenible si cuenta con el apoyo de la sociedad. Veo una especie de ingenuidad reformista, pensar que se puede cambiar un país de la noche a la mañana. Allá los partidos que quieran hacerle caso.




http://www.elconfidencial.com/cultura/2016-03-14/el-gran-zasca-a-figurones-como-vargas-llosa-javier-cercas-y-luis-garicano_1167404/




lunes, 27 de marzo de 2017

Isadora Duncan.










https://es.wikipedia.org/wiki/Isadora_Duncan


Según Astrodienst, Isadora nació  a las 2.20 a.m del dia 26.05.1877, wikipedia sin embargo da como fecha de nacimiento el dia  27.05.1877.




Según la fuente  que indica Astrodienst nació a las 2.20 a.m., pero yo creo que nació cuatro minutos más tarde.

Vamos a ver su carta en Sinastría a las Direcciones Primarias para el dia 19.04.1913, fecha en la que mueren sus dos hijos de 3 y 6 años, junto con la institutriz, en un accidente automovilístico.








Mercurio es regente de casa III y de casa VI, y está presente en casa II.

El Sol como participante por conjunción es regente de casa V y está presente también en casa II.

Tenemos dos Primarias significativas :

Marte, que es regente de casa VIII, sobre el Ascendente.

El Sol que es regente de casa V, se ubica sobre la cúspide de la casa IV, que es una casa de finales.


Veamos la RS del año 1913.






En la RS,  tenemos a Mercurio en casa VIII y se repite la oposición natal de Marte con Urano.

Marte, que en la promesa natal y siendo regente de casa VIII, hace una oposición a Urano en casa V, que está en la casa de los hijos.

En esa RS se materializa el accidente que en cierto modo ya apunta la natal.


Si miramos el gráfico triple tenemos este gráfico :







Por Profección es un año de Marte para Isadora, ya que el Ascendente de Profección se encuentra en el signo de Aries y  en conjunción con el Ascendente natal.

También podemos observar a la casa VIII de RS sobre la casa I natal, señalando que la muerte se presenta durante ese año.


Del modo de elegir el Almutén de cualquier lugar. Por Antonio de Montulmo.







Capítulo I. Del modo de elegir el Almutén de cualquier lugar.

En este primer capítulo Montulmo discute si para que un planeta sea Almutén de un determinado lugar es necesario que aspecte a ese lugar. Concluye que el aspecto no es necesario. También opina así Leopoldo de Austria. (Anotación de Regiomontano).
Aquel reverendísimo Ptolomeo, que procedía de forma natural en sus juicios, decía en la parte tercera, capítulo 2, de su tetrabiblos que el Almutén de cualquier lugar es aquel planeta que en dicho lugar tenga cinco condiciones, que son: triplicidad, domicilio, exaltación, término, aparición o la afinidad del Sol en la figura. Y aquel que tenga todas o la mayoría de estas condiciones en dicho lugar, será considerado el significador de dicho lugar. Por aparición ha de entenderse la conjunción corporal o el aspecto a dicho lugar. Y también en la parte segunda, capítulo primero, del libro mentado decía que el Almutén en el momento de un eclipse es aquel planeta que tenga más dignidades en el lugar del eclipse, y en el ángulo precedente, y que aspecte por algún aspecto a dicho lugar, o se encuentre allí corporalmente. De ahí se deduce que la conjunción corporal o el aspecto se encuentran entre las condiciones requeridas para elegir el Almutén. De igual modo, Alí Ben Ragel en el lib.1 cap.9 exponía que el Almutén de la conjunción era el señor del ascendente si aspectaba a este mismo. Y de manera similar dijo del Almutén de la casa segunda. Igualmente, Guido Bonatti en el capítulo 3 de las natividades concluía que para hallar el Animodar es necesario el aspecto de aquel planeta que debía ser Almutén en el lugar de la conjunción o prevención inmediatamente precedente al nacimiento. Pero Alkabitius, quien frente a todos los otros habló con óptima brevedad, en el cuarto párrafo de la introducción a la exposición del Animodar, afirmaba rotundamente que el Almutén del grado de la conjunción o prevención inmediatamente precedente al nacimiento era simplemente el que más fortalezas tenía en dicho lugar, sin considerar el aspecto. Y en el párrafo primero, cerca del final, defendía esto mismo. También Alí Ben Ragel, en el capítulo 10 del libro mentado, para hallar el Almutén tomaba el significador del grado de la conjunción sin considerar el aspecto. Y en el tratado de la orina hallaba el significador sin considerar el aspecto. De la misma forma pensaban también Leopoldo de Austria y otros autores numerosos.
Por lo tanto, Bonatti no procedía de manera correcta cuando hacía prevalecer el aspecto del señor de algunas de las dignidades del lugar en el que debe buscarse el Almutén sobre la dignidad del señor del domicilio, o del señor de la exaltación, si no aspectan a dicho lugar. Aunque hayamos visto a Ptolomeo argumentar en este sentido en el lugar antes mencionado, sin embargo tampoco lo afirmaba claramente. Cierto que Ptolomeo exponía que la buena naturaleza del aspecto vale mucho, pero no hacía prevalecer la dignidad del aspecto sobre la dignidad del domicilio en este caso. De esta forma se han expresado las autoridades en contra del mismo Bonatti, y, persuadidos por las razones contra este, hemos de suponer muy cierto que la dignidad del domicilio o de la exaltación es mayor (hablando de manera absoluta) que la dignidad del aspecto.
Una vez asumido esto, pongamos que queremos hallar el Almutén del tercer grado de Aries, y pongamos que ni el Sol ni Marte aspectan a este lugar, pero Júpiter (segundo señor de la
triplicidad) sí aspecta. Según el método de Bonatti, Júpiter sería el Almutén de ese grado. Sin embargo es lo contrario: es mayor la dignidad y conveniencia que se tiene por domicilio que la que se tiene por aspecto, tal como evidencia el proceder de Ptolomeo, que superpone la dignidad por domicilio en todos los lugares en los que busca el Almutén.
Por otro lado, además, puede ocurrir que en algún nacimiento estimado con mucha aproximación por el método del Animodar que sostiene Bonatti, se llegue a la conclusión de que no se puede realizar el Animodar, lo cual es falso. Es decir, dado un cierto lugar del que debemos hallar el Almutén, es muy posible que ningún señor de las dignidades de dicho lugar lo aspecte, y entonces no se podría hallar el Almutén según el mismo método, y por consiguiente no se podría hacer el Animodar en dicho nacimiento. La experiencia muestra sin embargo que el señor que tenga más dignidades en un lugar se considera su Almutén, y así es como resuelvo yo continuamente, y como se procede hacia la verdad.
Pondré un ejemplo: Un día me fue presentado un principio de enfermedad de cierta señora noble, de la cual quise saber si debía librarse o morir por el único método de la astronomía. Libra estaba en la octava casa y el señor del ascendente era la Luna, y consideré como Almutén de la octava a Saturno, que no aspectaba a dicho lugar por ningún aspecto; Venus estaba en la novena aspectando a dicho lugar, y la Luna se alejaba de Saturno y se unía (1) a Venus bajo la tierra; de todo lo cual juzgué que la señora atravesaría un peligro de muerte por poco y, como se juntaba bajo la tierra a Venus, que estaba muy dignificada en Libra, dije que la señora debía acercarse al peligro por una segunda sacudida, pero no tan intensa como habría sido la primera y que esta señora debía librarse pronto. Dije asimismo que la enfermedad era nueva, pero de esto no expongo aquí las causas. Todas estas cosas sucedieron en verdad. Debemos deducir por tanto que, si fuese Venus el Almutén de la octava, al producirse esta conjunción (2) habría juzgado que la señora debía morir pronto, porque no había ningún aspecto de las fortunas, ni ninguna conjunción corporal benévola y la Luna estaba mal dispuesta. Y esto es lo que he observado en todos los juicios de mi experiencia.
Así, pues, el Almutén de cualquier lugar es el planeta que mayor número de fortalezas tiene en dicho lugar, aspecte o no aspecte, y si aspecta, mejor. Si sucede que en dicho lugar varios planetas se encuentran iguales en fortalezas, será Almutén aquel que aspecte a dicho lugar. Y si aspectan de manera igual, elegiremos aquel que se encuentre en el ángulo más fuerte. Y si también estuvieran iguales en eso, elegiremos aquel que esté en su Haiz, y más afín al Sol en la figura, siempre que no esté bajo los rayos del sol, y el que aspecte a dicho lugar de mejor aspecto, aquel habremos de elegir como Almutén.



(1) La Luna, estando bajo el horizonte, se acercaba a un aspecto de Venus. [N.T.]
(2) El aspecto aplicativo de la Luna a Venus. [N.T.]

Extraído del Libro de las Natividades de Antonio de Montulmo
Anotada por Regiomontano
Edición de 1540

Traducción y notas: Tomás Basavilbaso Gotor






viernes, 24 de marzo de 2017

Caida de un planeta.













Tanto la astrología hermética como la védica están de acuerdo en que un planeta puede ser
sacado y rescatado de su posición en caída. Así por ejemplo Abraham Ibn Ezra describe una
condición que denomina “placer”: “Cuando un planeta se halla caído en el pozo, o en su
mayor caída, y entonces se junta con un planeta amigo o que tenga alguna señoría en ese
signo, en esos momentos se dice que tal planeta lo saca del pozo o de la caída, y lo llamamos
placer”. Este “juntamiento” debemos entenderlo como conjunción o como aspecto mayor,
como veremos en seguida. En otro lugar Ibn Ezra precisa: “si el significador se halla en
Placer, significa que alguien le ha hecho bien”. El planeta amigo o receptor que se junta con
el planeta caído, simboliza una persona o una virtud que ayudará a tal planeta a salir de su
debilitación, y por tanto le hará bien.
Esta regla la define el astrólogo persa Al-Biruni de un modo más preciso: „Si un planeta está
en su caída o en el pozo o en un signo en el que no tiene dignidad alguna, es como si
estuviera confinado en un lugar estrecho o en una cueva. Si en esto se le acerca un planeta
amistoso o su dispositor y le estrecha una mano para salvarle de su situación penosa, esto es
descrito como que le hace un favor, y (este planeta) es denominado un benefactor.” Al-
Biruni expresa aqui la opinión de que este planeta rescatador debería hacer una conjunción
o un aspecto aplicativos.
En la astrología védica nos encontramos con un concepto muy parecido, en tanto que el
dispositor del planeta en caída puede contribuir a neutralizar o a abolir la debilidad de este
último. Solo que al juntamiento se le añade la posición del dispositor en casa angular, es
decir en configuración dominante respecto al ascendente. En concreto se trata de las
siguientes configuraciones:
- El dispositor del planeta en caída se encuentra en una casa angular.
- El regente del signo en que se exalta el planeta en caída (es decir el dispositor de su grado
de exaltación), se halla en una casa angular.
Estos son los dos yogas (combinaciones planetarias) expresados por la mayoría de los textos
clásicos. La segunda configuración es muy interesante, porque implica que el grado de
exaltación es considerado como una especie de representante fijo del planeta en cuestión.
No puedo ahondar aquí en esta faceta peculiar del concepto de exaltación.
Las posiciones angulares tienen que ser determinadas desde el signo ascendente, utilizando
casas iguales a signos. Pero es reforzada si el planeta se halla además en casas angulares
desde la Luna. Tal posición con respecto a la Luna es de por sí efectiva si el planeta
rescatador se encuentra al mismo tiempo en una casa propicia (las casas 1, 4, 5, 7, 9, 10 y
11) y/o en una posición de fuerza.
El autor medieval Mantreshwara añade las siguientes configuraciones:
- El dispositor del planeta en caída y el dispositor de su grado de exaltación se hallan
mutuamente en posición angular (es decir en conjunción, oposición o cuadratura por signo).
- El dispositor del planeta en caída aspecta a este con un aspecto pleno o se halla con él en el
mismo signo.
Esta configuración se corresponde con el rescate que describen los astrólogos árabes. Solo
que éstos tomarían en cuenta cualquier aspecto, siempre que fuera aplicativo. Podemos
combinar ambas variantes de esta regla y decir que se efectúa una neutralización de la caída
si el dispositor del significador en caída o bien le aspecta con un aspecto pleno según la
doctrina védica, o bien forma un aspecto aplicativo mayor, sin ser interferido por otro
planeta.
Los aspectos plenos según la astrología védica se definen del sigente modo (entre paréntesis
el aspecto que corresponde a tal configuración, visto desde el lugar aspectado):
- Todos los planetas aspectan a la casa 7 desde su posición (oposición)
- Marte aspecta además a las casas 4 y 8 desde su posición (cuadratura diestra y quincuncio
sinestro)
- Júpiter aspecta además a las casasa 5 y 9 (ambos trígonos)
- Saturno aspecta además a las casas 3 y 10 (sextil diestro y cuadratura siniestra)
Clásicamente, cuando un planeta es aspectado por su dispositor hablamos de una recepción.
Podemos por tanto extender la regla a la siguiente configuración:
- El planeta en caída se halla en recepción mutua con su dispositor.
También en el caso de tal recepción o recepción mutua es preferible que el dispositor del
planeta debilitado se encuentre en casas productivas y no se halle a su vez debilitado.
Por último la astrología védica considera una configuración que también viene implícita en
el aforismo de Ibn Ezra:
- El planeta en caída se halla en conjunción (es decir en el mismo signo) con el planeta
exaltado en este signo.
Es de suponer que el planeta exaltado pueda compensar la debilidad del otro, siempre y
cuando tal conjunción se encuentre en una casa propicia.
Los yogas aquí descritos son denominados niicha-bhanga-raya-yogas, lo cual significa
literalmente “combinación de realeza (raya-yoga) por neutralización (bhanga) de la debilidad
(niicha)”. En otras palabras, estas configuraciones son consideradas indicadoras de una
posición social prominente y de una carrera exitosa. Sin embargo debemos ser cautelosos
antes de emitir un juicio. Porque la probabilidad de encontrar alguna de estas
configuraciones en una carta natal es bastante grande, y no es de suponer que en todos los
casos prometan una posición destacada. Por tanto deberíamos de tener en cuenta lo
siguiente a la hora de juzgar los niicha-bhanga-raya-yogas:
- Siempre debemos partir de que la debilidad del planeta se hará notar de un modo más o
menos agudo, y que la neutralización o incluso el efecto “raya-yoga” se manifestará con el
tiempo.
- Cuanto más fuerte esté el planeta que efectúa el rescate, menos se harán notar las facetas
negativas del planeta debilitado.
- La neutralización y transformación positiva del planeta debilitado se hará realmente
patente si encontramos al menos dos o más de las configuraciones arriba indicadas. Solo en
este caso, y con planetas bien dispuestos, podemos esperar una posición de “realeza”.
- Por último, debemos tener en cuenta que el éxito prometido solo podrá manifestarse
plenamente en el periodo planetario (dasha) del planeta que efectua el rescate. Para ello
tendremos en cuenta el sistema védico de periodos planetarios, técnica altamente efectiva.
Como corolario de esta última regla, podemos constatar que el dasha del planeta en caída
suele poner bien de manifiesto las dificultades o debilidades de este planeta