miércoles, 21 de enero de 2015

Guía para el análisis de los tránsitos.








En el análisis de los tránsitos las diversas casas donde se efectúa un tránsito ayudarán a delimitar el radio de acción de la influencia en curso. Los cuatro puntos cardinales, con la excepción del Ascendente, son puntos receptores de mediana im­portancia. Señalemos sólo que los tránsitos en aspecto con el Ascendente influyen en la persona, en el destino personal, en la mayor o menor vitalidad.
Independientemente de las casas, los puntos neurálgicos de un tema son aquellos donde se reagrupan o donde convergen los planetas o los aspectos más intensos o más importantes. Como la influencia de los tránsitos sobre estos puntos es tanto más intensa en cuanto es más prolongada, la distinción entre los tránsitos de los planetas rápidos y los tránsitos de los planetas lentos es fundamental.
El tránsito de los planetas rápidos se advierte de manera modesta, a menos que se introduzca de manera precisa en el esquema de los tránsitos de los planetas lentos. En este caso, el tránsito de los planetas rápidos puede tener una importante acción «añadida» y puede permitir al astrólogo una mayor aproximación en determinadas precisiones tempo­rales.
Más allá de Júpiter, los planetas en tránsito actúan con una fuerza, podríamos decir con una determinación, muy precisa, y sus órbitas pare­cen marcar (al menos hasta Urano) ciertos ritmos tradicionalmente im­portantes de la vida humana. Júpiter realiza la vuelta al Zodíaco en doce años; por tanto, regresa a su posición inicial al comienzo de la pubertad, luego en la flor de la juventud (a los veinticuatro años) y en la flor de la edad adulta (treinta y seis años). Saturno realiza la vuelta al Zodíaco en casi treinta años; su regreso al punto de partida marca el período de la madurez y el inicio de la vejez. Urano da la vuelta al Zodíaco en ochen­ta y cuatro años y, por tanto, podemos considerarlo una auténtica medi­da del tiempo humano: está en cuadratura con su propia posición natal a los veinte años, en oposición a los cuarenta, de nuevo en cuadratura a los sesenta; y un buen Urano puede volver triunfalmente a su propia posición natal marcando una recuperación de actividad prodigiosa inclu­so a los ochenta años. Neptuno y Plutón pueden realizar a lo sumo media vuelta al Zodíaco en el curso de una vida humana, pero su extrema len­titud permite un máximo de influencia en cada tránsito, e inclusive los aspectos menores adquieren en este caso importancia. Señalemos que, más allá de Júpiter, el aspecto de tránsito debe ser casi exacto, con una aproximación de dos grados como máximo.
Desde el punto de vista de los tránsitos, los planetas, se consideran como puntos receptores (es decir, puntos neurálgicos del tema natal, idealmente inmóviles) y puntos emisores (es decir, planetas en tránsito en aspecto con los puntos receptores).
Consideramos inútil el examen de los planetas como puntos receptores, porque bastará observar el análisis de los planetas mismos para compren­der qué línea de influencia moral o material seguirá la reacción a un tránsito particular.
Por lo tanto, enumeraremos ahora, y en líneas generales, la influen­cia de los planetas en tránsito, según el orden de rapidez de su órbita.
No existe una casuística o una literatura completa sobre los tránsitos de los planetas aislados en el tema natal. Consideramos que estos planetas, a partir de Marte, son muy peligrosos, una especie de minas errantes que pueden explotar en cualquier dirección. De hecho, son más peligrosos los planetas aislados que los planetas afligi­dos en el tema natal.

Guía para el análisis de los tránsitos

La Luna

Su tránsito por cada punto zodiacal es muy breve y prácti­camente imperceptible. En los individuos en cuyo tema natal la Luna influye por el lado de la emotividad y la hipersensibilidad de manera muy precisa, pueden presentarse periódicamente «días tristes» en el curso del mes, días en los que se sienten irritados o descontentos. Las mens­truaciones dolorosas o irregulares están determinadas sin duda por los tránsitos lunares, y sería probablemente muy interesante un estudio as­trológico de ciertos fenómenos relacionados con las fases de la Luna, como por ejemplo la licantropía o ciertas crisis recurrentes de epilepsia o de locura. De todas maneras, el tránsito lunar actúa especialmente sobre el sistema nervioso, sobre las facultades intuitivas y eventualmente sobre las creativas, pero se advierte sólo si aparece en concomitancia con otros aspectos.

Mercurio

Su tránsito por el Zodíaco es un poco inferior a los doce meses, pero puede dar resultados discretamente perceptibles en concomitancia con otros tránsitos y sobre todo durante los anillos de detención del pla­neta. Los tránsitos de Mercurio están en relación, sobre todo, con las facultades intelectuales y mentales, con la mayor o menor capacidad de aprovechar determinadas situaciones o de sacar provecho de ellas. Pueden determinar fases de torpeza mental o de lucidez, provocando decisiones óptimas, equivocadas o peligrosas que impliquen una particular colabo­ración del intelecto y de los reflejos mentales.

Venus

Ligeramente superior, en duración, a los de Mercurio, los tránsitos de Venus están relacionados sobre todo con la vida afectiva, con la sensualidad, con la vida de relación, con el bienestar material (económico y hedonista) y con la salud. Su influencia tiende a la euforia o a la tranquilidad, y el valor negativo de un trán­sito de Venus puede verificarse sólo si se hace complementario de un tránsito negativo más importante o si en el tema natal Venus tiene una posición particularmente infeliz.

El Sol

El tránsito (aparente) del Sol por el Zodíaco es de un año exacto. No ha de subestimarse su influencia pues, como en el caso de los tránsitos lunares, puede determinar cada año pe­ríodos favorables, desfavorables o, de todas maneras, importantes. Estrechamente ligado al Yo, el Sol en tránsito tiene una influencia plástica y energética.

Marte

Con este planeta, la velocidad orbital tiende a reducirse nota­blemente, por lo que sus influencias de tránsito se ejercen sobre un de­terminado punto zodiacal de manera netamente perceptible. Son tránsitos de carácter dinámico y violento, con una carga potencial de peligrosidad que puede alcanzar niveles muy altos, especialmente si se presentan en puntos del tema du­ramente afligidos por posiciones negativas de Urano y de Marte mismo. Los tránsitos negativos de Marte se hallan casi siempre presentes en los casos de accidentes (morales pero sobre todo materiales), de in­cendios, explosiones, heridas, quemaduras, muerte accidental o violen­ta. Por fortuna, el planeta por sí solo no tiene fuerza suficiente para pro­ducir tales efectos y los elementos concomitantes deben ser muchos, y negativamente fuertes en especial en su origen. El carácter tradicionalmente pernicioso de Marte no ha de sobrevalorarse. No olvidemos que el planeta de la violencia también puede asumir un notable valor positi­vo en situaciones que exijan rapidez de reacciones, audacia, voluntad in­domable para afrontar el riesgo.

Júpiter

Los tránsitos de este planeta tienen efectos distensores y be­néficos análogos a los de Venus, pero naturalmente se expresan con mayor constancia y más fuerza. Júpiter se detiene aproximadamente un año en cada signo, demorándose, sin embargo, en algunos grados del mis­mo signo (casi siempre en los iniciales o en lo finales) durante más tiempo que en los otros. Estos grados de un signo, y de los signos donde se proyectan a la vez los aspectos en tránsito de Júpiter, gozan durante más tiempo de la influencia positiva o negativa de los tránsitos mismos. Los efectos de Júpiter son de naturaleza expansiva, según las lógicas caracte­rísticas del planeta; por tanto, tienden a dilatar una situación, a hacerla prosperar y producir. Corresponden a períodos de optimismo, de sereni­dad activa, de receptividad a las buenas ocasiones, y también a la pre­sencia y al desarrollo de las buenas ocasiones mismas. Los tránsitos de Júpiter en cuadratura y en oposición con un punto focal del Zodíaco tienen más efectos limitadores que negativos, tienden a frenar la voluntad de expansión, suscitan crisis temporales de pesimismo, especialmente si van unidos a tránsitos negativos de Saturno. No hay que subestimar, en cambio, los tránsitos de un Júpiter que se presente afligido en un tema natal. No obstante la naturaleza benéfica del planeta, esta restric­ción inicial puede participar de manera bastante peligrosa en el con­junto de la existencia.

Saturno

Los tránsitos de este planeta tienen efectos restrictivos y pri­vativos, pero no necesariamente «maléficos» como pensaba la astrología tradicional. No olvidemos que los astrólogos antiguos sólo podían hallar la posición de Marte y de Saturno en caso de desgracia, y por tanto atri­buyeron a estos dos planetas más culpas de las que en realidad se mere­cían. Saturno, por su naturaleza, tiende a separar al individuo de una situación material o moral, lo aísla, le confía todo el peso de sus respon­sabilidades y al mismo tiempo pone al descubierto situaciones o perso­nas con fría racionalidad, derrumbando toda ilusión. Sus tránsitos corres­ponden a menudo a períodos moralmente difíciles, en los que tienden a manifestarse los aspectos menos agradables de la realidad, pero también acompañan, especialmente si Saturno se halla bien dispuesto en el tema natal, períodos intelectualmente fecundos. Planeta de la tenacidad y de la paciencia, Saturno se revela, incluso en los tránsitos, ligado a los tiem­pos largos y a veces, a pesar de las manifestaciones negativas más evi­dentes, prepara el terreno para acontecimientos sustancialmente positivos. De hecho, a partir de Saturno el estudioso no debe centrar su atención en lo que es inmediatamente constatable, sino en el desarrollo de lo que en aquel período dio comienzo para madurar posteriormente.
Un Saturno en buena posición natal (que en la mayoría de los casos determinará un temperamento racional) transitará con efectos benéficos y protectores, frenando sobre todo los efectos negativos de pla­netas drásticos-dinámicos, como Marte o Urano; determinará a veces de­cisiones duras, o aparentemente amargas, pero ecuánimes y positivas en lo fundamental; o decisiones que tienden a estabilizar y a equilibrar una situación. La experiencia revela que, en el momento del matrimonio, Sa­turno transita casi siempre por un punto emotivamente importante de los temas natales de los dos cónyuges, y muy a menudo por el Venus natal de al menos uno de ellos. También es cierto que un tránsito de Saturno por el Sol natal que se presente en la vejez, puede también coincidir con una muerte natural serena.
La cosa cambia, es verdad, si Saturno se presenta afligido en el tema natal, porque su interven­ción de tránsito tenderá entonces a asumir un carácter fuertemente pri­vativo, dejando al desnudo lo peor de cada situación. Para acabar, note­mos que, a partir de este planeta, los efectos acumulados durante los tránsitos tienen a menudo un carácter durable, es decir que determinan en general situaciones más estables que las creadas por Júpiter.

Urano

Los tránsitos de este planeta son de capital importancia preci­samente porque determinan las decisiones, las tomas de posición, las mu­taciones de la voluntad, en resumen la inserción dinámica en la vida; y también determinan una transformación particular de los acontecimientos, tan pronto evidenciándolos, como introduciéndolos bruscamente en la existencia. Planeta eminentemente dotado de plasticidad, como ya lo hemos definido al analizarlo, Urano parece absorber más que cualquier otro las características de la propia posición natal, puede ser el benefac­tor o el destructor de una existencia, y si bien los obstinados profetas de la desventura han tenido en cuenta este último efecto más que el otro, es verdad que un buen Urano puede hacer milagros transitando en as­pecto positivo con los puntos favorables del tema, mientras que tendrá una influencia relativamente negativa, o incluso neutra, transitando en aspecto negativo con los puntos afligidos del mismo tema. Los tránsitos de un Urano que ocupe una mala posición en el momento del nacimien­to son, en cambio, casi siempre negativos si se reflejan sobre puntos ne­gativos del tema, y quedan parcialmente neutralizados por aspectos que se reflejen sobre puntos positivos. También en este caso, como en el de Saturno, conviene distinguir entre efecto evidente y efecto oculto, entre efecto inmediato y efecto a largo plazo.
Puede suceder que se tome una decisión uraniana para salir de una situación particularmente difícil y que quede así, en el recuerdo, ligada a la tristeza del momento; pero, si fue inspirada por un buen Urano, será con toda probabilidad una decisión óptima, un cambio determinante y positivo en la vida. Si, en cambio, Urano aparece afligido en el momento del nacimiento, en una situación idéntica se corre el riesgo de tomar una decisión equivocada o inoportu­na, de consecuencias infelices.
El Urano más peligroso es el Urano negativamente estimulado a la búsqueda de compensaciones, o ligado a Marte por una fatalidad violenta. En muchos otros casos, un Urano afligido se limita a cortar de raíz la fuerza de voluntad y de decisión; produce, si podemos llamarlo así, esclavitudes, y los tránsi­tos negativos inciden más en una fatalidad que se tiende a padecer que en una toma de posición personal ante los acontecimientos. De todas maneras, es verdad que las intervenciones de Urano determinan con fre­cuencia un cambio bastante preciso en las situaciones, clausurando algu­nas de ellas e inaugurando otras. Los aspectos que Urano en tránsito forma con la propia posición natal en el curso de una vida humana son ya muy significativos en sí mismos (incluso sin calcular los otros tránsi­tos por los puntos focales del tema) y, si Urano está en buena posición en el momento del nacimiento, tiende a tener una influencia positiva, si bien a veces algo drástica, aun en el caso de la oposición y de las dos cuadraturas.
A veces, el lado parcialmente negativo de un Urano regido por buenos as­pectos por otros flancos, quedará sólo como una amenaza latente, inclu­so durante toda la vida, manifestándose únicamente en el caso de tránsi­tos concomitantes duramente negativos. De todas maneras, no podemos ocultar el hecho de que este planeta, en el curso de sus tránsitos, puede volverse muy peligroso si está ligado a posiciones negativas de Saturno y sobre todo de Marte. La presencia negativa de Urano y de Marte en caso de accidentes graves, de muertes accidentales o violentas, es muy alta y significativa, pero, teniendo en cuenta las lagunas actuales de la astrología, se aconseja no extraer de todo esto previsiones catastróficas.

Neptuno

Debemos comenzar haciendo una advertencia en lo que se refiere a los tránsitos de Neptuno y de Plutón: cuanto más se ensan­chan sus órbitas, más insistente es el efecto de los planetas en tránsito, y al mismo tiempo menos evidente. Neptuno y Plutón operan por lo ge­neral en profundidad y especialmente en la intimidad del individuo, con intervenciones quizás igualmente drásticas, pero no tan dinámicas como las de Urano.
Además, dadas sus larguísimas detenciones en particulares grados del Zodíaco, los aspectos reales que ellos forman durante el trán­sito deben calcularse con una aproximación mucho más estrecha, que es, a nuestro parecer, de aproximadamente seis grados para Neptuno (tres grados antes y tres grados después del punto exacto donde se forma el aspecto) y de cuatro grados para Plutón (dos grados antes y dos grados después). Esta aproximación vale para todos los aspectos, aunque se re­duce ligeramente para la cuadratura y para el sextil.
Los tránsitos de Neptuno determinan las metamorfosis, como lo quie­re la naturaleza del planeta: metamorfosis del pensamiento y de la acti­tud personal ante todo aquello que se halla influido por Neptuno en el tema natal. Tal metamorfosis puede marcar una evolución o una in­volución, un progreso o un retroceso, e involucra generalmente de ma­nera bastante precisa el ámbito de influencia delimitado por la casa donde Neptuno se encuentra en su origen, además de sus relaciones con los otros planetas. Un Neptuno duramente afligido en el tema natal tien­de a truncar toda posibilidad de evolución, haciendo la vida gris y sofo­cante, o provoca reacciones compensatorias que van desde la inspiración artística al desorden moral. El tránsito en conjunción de Neptuno con el planeta que formaba con él una cuadratura en el momento del nacimiento (siempre que esta conjunción sea posible, y siempre que los dos plane­tas no aparezcan afligidos por otros flancos) opera con frecuencia ver­daderos milagros, desbloquea situaciones negativas, permite la recupera­ción de la fe en sí mismo, otorga una fuerza de voluntad que antes apa­recía insuficiente: virtudes que luego se desarrollarán cuando Neptuno forme más tarde un trígono consigo mismo.
En cambio, un Neptuno ne­gativo afecta duramente los puntos focales con los que forma cuadratura u oposición y pasa como una sombra frenadora en conjunción con los puntos positivos.
Desde el punto de vista material, Neptuno y, por tanto, sus tránsitos pueden incidir en la pérdida o en la adquisi­ción de dinero, en la vulnerabilidad a las enfermedades infecciosas, en los embarazos, en los excesos (el alcohol, el tabaco, la droga), así como en el equilibrio mental y psíquico. No obstante, el ámbito en el que Nep­tuno actúa con mayor fuerza sigue siendo el ámbito moral y, desde este punto de vista, su presencia en tránsito, en muchos casos aparentemen­te accesoria, adquiere un peso preparatorio de gran importancia.

Plutón

El breve arco zodiacal recorrido por este planeta durante una vida humana no debe hacernos subestimar su importancia. Plutón no tiene la plasticidad de Urano sino que es extremadamente receptivo; ab­sorbe como una esponja todos los datos relacionados con la posición natal y tiende a intensificarlos con gran fuerza. Generaciones enteras quedan «marcadas» por Cáncer, Leo o Virgo, precisamente porque Plutón ocupa­ba Cáncer, Leo o Virgo en el momento de su nacimiento. La fuerza se­creta de la vitalidad y de la creatividad de cada uno de nosotros se halla donde está Plutón en nuestro tema natal. La situación es mucho peor para quien tiene a un Plutón apagado, inerte; este planeta, precisamente por su lentitud, es difícilmente rescatable, pues va desplazando su pro­pio peso de grado en grado como un rodillo que estimula o desgasta. Los datos experimentales recogidos sobre los tránsitos de Plutón son muy escasos, sea por el reciente descubrimiento del planeta, sea por la obstina­ción de muchos astrólogos en negar, no digo su importancia, sino incluso su existencia desde un punto de vista astrológico.
Un buen Plutón puede tener efectos magníficos durante los tránsitos positivos, y que se manifiesta muy poco durante los tránsitos negativos. Un Plutón afligido, en cambio, blo­quea perversamente situaciones morales y materiales durante largos pe­ríodos. Su influencia es vivificante o aplastante, y se apropia de la natu­raleza y de las características temáticas del planeta con el que forma as­pecto durante el tránsito: actuará, por tanto, según el momento, sobre los sentimientos, sobre la fuerza de decisión, sobre la sensibilidad, sobre la razón, etc. Tránsitos negativos de Plutón, especialmente si se verifican en la vejez, pueden acompañar largas enfermedades.


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