martes, 20 de enero de 2015

El presente de la Astrología. Por Eugenio Carutti.









EL PRESENTE DE LA ASTROLOGÍA
 
Para la astrología el tiempo es una secuencia cíclica de cualidades.  Una sucesión de atributos que se repiten tanto en cortos como en inmensos períodos. La analogía concreta de esto es la secuencia de las estaciones. Para cualquier persona estrechamente ligada a la naturaleza, el tiempo está siempre ligado a una  cualidad; cada estación permite ciertas actividades, hace posible que se alcancen ciertos resultados e impide lograr otros. El invierno termina y las violetas de los Alpes mueren inevitablemente; regresarán con el próximo ciclo. Al mismo tiempo los capullos de las rosas y los jazmines se abren. Es su tiempo.


Pero todo agricultor sabe también que las cosechas no dependen solo de la sucesión de las estaciones, sino de lo que se ha sembrado. Cada estación estimula semillas diferentes pero el aspecto que tomará la tierra dependerá de cuales eran las que aguardaban en ella. Las lluvias de primavera pueden hacer crecer tanto el trigo como el cardal. Las energías zodiacales operan de la misma manera. Sus complejas cualidades activan arquetipos diferentes al mismo tiempo. Y cual de ellos se impondrá depende del estado de la conciencia humana. Es por eso que la utilidad de la astrología no radica en su supuesto conocimiento del futuro. Sino en ayudarnos a comprender los cambios de cualidad que se producen en el presente. El presente es crítico, en el sentido que la irrupción de una nueva cualidad zodiacal –como el cambio de una estación a otra- implica el florecimiento de semillas desconocidas congruentes con el nuevo tiempo; así como la desaparición de enteras formas civilizatorias que están quedando fuera de estación, fuera de su tiempo. Si comprendemos lo que sucede podemos hacer movimientos nuevos y evitar agonías innecesarias; así como desembarazarnos de esperanzas ilusorias. Las civilizaciones, las formas sociales, los sistemas de creencias se transforman. Unas dan lugar a las otras. Si aprendemos a hacerlo, lo mejor del pasado humano seguirá presente inserto en formas completamente diferentes de vivir. Pero si resistimos al cambio, el conflicto será cada vez más intenso y doloroso. Habrá mucha más destrucción de la necesaria. Acuario puede provocar una explosión de creatividad y regalarnos la vivencia de la circulación amorosa de la vida. Un nuevo tipo de conciencia interactiva  -trans individual- florecerá seguramente. Pero esta puede ser rica y diferenciada, fruto de una hibridación modulada por abundantes seres humanos que hayan atravesado el proceso de individuación. O puede ser el resultado de la especialización mecánica propia de un hormiguero. El hormiguero, la máquina –y su correlato, el robot- son arquetipos de Acuario también. El florecimiento explosivo de la ciencia y la tecnología son inevitables en este tiempo porque son absolutamente congruentes con su cualidad. Pero si no comprendemos el estado actual de la conciencia humana corremos el peligro de que prevalezca una inteligencia  puramente tecnológica, totalmente mecánica y sin verdadera creatividad; una interactividad atrapada en sofisticadas rutinas.


Venimos de una era en la cual la domesticación de los pulsos más brutales del ser humano fue uno de los principales objetivos de la civilización. Esto se logró relativamente desarrollando al máximo los aspectos controladores de nuestra mente. El pensamiento dominó progresivamente al cuerpo pero al mismo tiempo se separó ilusoriamente de él. La cualidad mental de Acuario puede intensificar hasta el extremo la actual disociación entre cuerpo y pensamiento.  Seres humanos de un altísimo desarrollo mental abundarán en el futuro; pero es posible que esto implique un muy pobre desarrollo de su sensibilidad y una multitud de cuerpos rígidos y poco vibrantes. Si el arquetipo del hormiguero –el lado oscuro de Acuario- adquiere demasiada fuerza, el proceso de maduración psíquica de la humanidad puede posponerse por mucho tiempo.


La apertura del corazón y la capacidad de articular cálida y amorosamente diferencias son cualidades propias de Acuario y de su signo complementario, Leo. Pero el desarrollo de una inteligencia fría y poderosa asociada a la mezquindad de un narcisismo exuberante también lo son. El progreso no es inevitable. Esta es una ilusión que proviene de una visión lineal del tiempo. La síntesis entre la mente científica y el corazón será uno de los más grandes desafíos del futuro. Y esto no se producirá si nuestros cuerpos no son vibrantes, con alta sensibilidad y capacidad de contacto. Por eso el trabajo con el cuerpo, la comprensión de las profundas transformaciones en el plano de la sexualidad,  el complejo encuentro entre el lado masculino y el femenino, tanto en el interior de la psiquis como en la realidad objetiva, son fundamentales en el tiempo por venir.



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